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Sorpresa en la base de las Torres del Paine

Salir a explorar como de costumbre y que te sorprendan con algo que cambiará totalmente tu vida fue lo que le pasó a nuestra guía Carolina Vallejos.

El día 4 de febrero de 2019 fue uno de los días más calurosos de la temporada en Torres del Paine, llegando a 30°C y sin la presencia del viento, bien extraño para Patagonia la verdad.  Ese día me tocó guiar la exploración Base Torres para un grupo de seis personas y por algún motivo – que al momento de salir a explorar desconocía- me asignaron a un compañero, a Sergio. No es normal que seamos dos guías para un grupo de seis viajeros, pero Sergio me comentó que tenía que fotografiar a las torres y que, por eso, íbamos a guiar los dos.

Mientras caminábamos por los cerros de Patagonia, Sergio comentó a los viajeros que “hoy habría muchas sorpresas”, lo que yo complementé diciéndoles que tendríamos un almuerzo delicioso, que después de la intensa caminata disfrutando los hermosos paisajes de Torres del Paine, llegaríamos a la cima y que más encima, ese día como estaba despejado la vista iba a ser mucho más asombrosa. Sin embargo y aunque, Sergio no se refería a eso asintió diciendo “claro” a mis declaraciones.

Cuando estábamos llegando a la base, Sergio – que se había adelantado un par de minutos- me gritó: “Caro, tengo un lugar reservado”. Miré hacia donde me gritaba y no podía creer lo que vi. Mi novio estaba ahí, esperándome. Había acampado la noche anterior en el campamento chileno para sorprenderme al día siguiente. Había hablado con mi jefe y algunos de mis colegas para que todo saliera bien, y ahí estaba Rodrigo, con una sonrisa enorme y un poco nerviosa; igual a la mía en ese momento. Me dijo “¿Te puedes acercar? Tengo algo que decirte.” Yo, me puse a llorar instantáneamente. No recuerdo ni siquiera qué fue todo lo que me dijo hasta que se arrodilló y me dijo “¿Te quieres casar conmigo?” Mirándolo a los ojos y sin poder contener la emoción le dije que sí. En ese momento, toda la gente – en vez de mirar el paisaje- estaba mirándonos a nosotros. Aplaudían, nos felicitaban y Sergio nos tomaba fotos. Los viajeros no podían creerlo tampoco. Algunos de ellos estaban muy emocionados.

“¿Te quieres casar conmigo?”

Fue un momento que no se puede describir del todo solo con palabras, son muchas emociones y sentimientos, y ¿qué se le va hacer? ¡Si el amor es uno de los sentimientos universales más lindos! No se esconde, se expresa, todo lo espera, todo lo soporta, el amor es vida. Me sentí como “Dos personas enamoradas, solas, aisladas del mundo, eso es hermoso”, tal como dice Milan Kundera. A pesar de estar rodeados de personas, estábamos los dos aislados y enamorados.

Después de lo ocurrido, comprendí por qué Sergio iba conmigo y cuáles eran las sorpresas que mencionaba, por qué preguntaban por radio qué había pasado, pero lo más importante, comprendí y viví el amor en una de sus expresiones más bonitas.

El 4 de febrero de 2019 es un día de nunca olvidaré. Desde ese día, las torres han sido diferentes, por ti Rodrigo, mi amor.


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